¿Qué son los valores culturales y cómo nos influyen en nuestro día a día?

¿Qué son los valores culturales y cómo nos influyen en nuestro día a día?

Todas las sociedades acuerdan, de una manera u otra, unos valores culturales. Es decir, una comunidad comparte una serie de principios e ideas sobre lo que considera que es correcto o incorrecto, justo o injusto, aceptable o inaceptable, etc.  Los valores culturales son un marco de referencia que, de una manera consciente o inconsciente, utilizamos para determinar lo que es un comportamiento adecuado o inadecuado entre un grupo de individuos. Tendemos, además, a priorizar unos valores sobre otros. Todo esto se traduce en una serie de normas y reglas que aplicamos a los miembros de la comunidad.  Por ejemplo, si en nuestra cultura lo correcto y apropiado es priorizar el bienestar de la familia sobre todas las otras cosas (trabajo, logros personales, preferencias individuales, etc.), la sociedad tenderá a desaprobar las conductas de aquellos miembros que prioricen su independencia y bienestar sobre el de su familia, por considerarlo inaceptable, inmoral o incorrecto.

Si bien es verdad que todas las personas tenemos una serie de valores individuales basados en nuestras experiencias vitales, nuestra personalidad y en la manera en la que hemos sido educados, existen también valores a un nivel mucho más amplio compartidos con la sociedad o la comunidad en la que nos encontramos. Dicho de otra forma, los valores existen a dos niveles: el nivel personal y único de preferencias individuales y el nivel grupal en el que compartimos con otros una serie de creencias y normas acordadas.

Es importante aclarar que cuando hablamos de un grupo cultural, una sociedad o una comunidad, no estamos hablando necesariamente de un país o una nación (aunque suele ser lo primero que nos viene a la cabeza), sino que puede equivaler a un grupo unido entre sí por muchas otras razones. Por ejemplo, un grupo cultural puede estar formado por personas que residen en un mismo pueblo, estudiantes de un mismo colegio o universidad, un grupo unido por su identidad de género o su orientación sexual, un grupo étnico, un colectivo profesional, una comunidad religiosa, una generación, un grupo con un determinado interés, ideología o meta en común (como puede ser un equipo deportivo, un partido político o la preservación del medioambiente). Desde esta perspectiva, todas las personas pertenecemos a múltiples grupos culturales que, en último término, configuran nuestra identidad cultural. Cada uno de esos grupos comparte valores, normas y comportamientos similares y las personas optamos por sentirnos identificados o no con ese determinado conjunto de individuos. En algunos casos, algunas identidades culturales vienen impuestas por la familia o la comunidad en la que hemos crecido.

Curiosamente los valores de los grupos a los que pertenecemos pueden entrar en contradicción. Por ejemplo, nuestros valores ideológicos o religiosos pueden entrar conflicto con nuestro trabajo (una persona vegetariana que trabaja para un restaurante que sirve carne; una práctica médica, como profesional de la salud, que se contradice con ciertos preceptos religiosos; una persona ecologista que trabaja para una industria que daña el medio ambiente, etc.). Incluso los valores culturales que nos han inculcado nuestros padres o familiares pueden no coincidir con los del país o comunidad donde vivimos. Pensemos, por ejemplo, en una persona que proviene de una cultura donde el matrimonio es casi como una unión entre familias y una decisión colectiva, pero reside en un lugar donde la libertad individual es prioritaria.

Es importante destacar que los valores culturales son relativamente estables y duraderos en el tiempo, aunque también varían y cambian para adaptarse a las nuevas tecnologías, las innovaciones o los cambios medioambientales. Por ejemplo, gracias a los rápidos avances tecnológicos, las relaciones personales se establecen ahora mucho más que antes a través de las redes sociales virtuales o el trabajo en remoto, en muchas partes del planeta, es mucho más frecuente y aceptado ahora que antes de la pandemia por COVID-19. En cualquier caso, puede decirse que los valores culturales grupales cambian más lentamente que los individuales o personales.

Por otra parte, en las comunidades más homogéneas o monoculturales encontramos valores, creencias, actitudes y comportamientos muy similares y poco cambiantes. Lo que es incorrecto o inaceptable está más claramente definido por la mayoría; existen patrones más claros y las variaciones son menores que en las sociedades multiculturales. En estas últimas la mezcla de ideas, valores y creencias amplia la posibilidad de diferir del grupo principal en cuanto a opiniones, comportamientos, actitudes y perspectivas del mundo. Además, las sociedades multiculturales son cada vez más frecuentes debido, en gran parte, al rápido avance de la globalización y sus consecuencias que en las últimas décadas ha incrementado el desplazamiento de personas de unas regiones a otras por distintos motivos (económicos, sociales, ecológicos, políticos, culturales, etc.).

En conclusión, los valores culturales nos diferencian, pero también nos acercan, ya que su diversidad nos enriquece porque nos ayuda a comprender distintas perspectivas y formas de entender el mundo que, en último término, nos permiten avanzar y progresar colectivamente. Es esencial, por tanto, buscar entre todos maneras de ir más allá de la mera coexistencia entre culturas en un determinado territorio (multiculturalidad) para alcanzar cotas más altas como las de la interculturalidad. Es decir, “la construcción de relaciones equitativas entre personas, comunidades, países y culturas”, tal y como la define la Unesco. Busquemos, por tanto, comunidades interculturales donde los diferentes valores, creencias, actitudes y comportamientos, aunque no necesariamente sean compartidos, sí sean aceptados y respetados por todos los miembros de la sociedad.

 

@Ana Carballal Broome, PhD

Especialista en Competencia Intercultural