El principal reto con el que nos encontramos es que, muchas veces, minimizamos el papel de la cultura y solo atendemos a las diferencias más visibles y evidentes como el idioma, las tradiciones, algunos símbolos o determinados comportamientos. Tendemos a dar mucha importancia a la globalización y utilizamos el argumento de que, en el fondo, todas las personas queremos o buscamos lo mismo. Aunque es cierto que los seres humanos tenemos necesidades similares, las diferentes perspectivas culturales, visiones del mundo y maneras de comunicarnos y entender la realidad nos diferencian y nos condicionan a diario. 

En las formaciones de Small Wide World trataremos la cultura como un fenómeno que va mucho más allá de aquello que podemos percibir con los sentidos. Profundizaremos en los valores, las creencias y las actitudes, en ocasiones, invisibles o difíciles de percibir a simple vista. La cultura puede producir comportamientos, deseos o normas específicas en un determinado grupo de personas que no necesariamente son entendidas por los miembros de otros grupos. La cultura y la comunicación van de la mano y a través de ambas determinamos en nuestras sociedades aquello que es correcto o incorrecto, deseable o indeseable, aceptable o inaceptable, etc. Reflexionaremos también sobre la influencia de la cultura en el concepto del tiempo, del espacio, del medioambiente, de la comunicación o de las relaciones.

Los principales objetivos de la formación en comunicación y competencia intercultural y lingüística son estos:

• Concienciar de la importancia de trabajar con eficacia en entornos culturalmente diversos y aprender a funcionar mejor en equipos multiculturales.
• Reflexionar sobre cómo nuestros valores y creencias influyen en la manera de comportarnos y relacionarnos personal y profesionalmente.
• Conocer las diferencias culturales a la hora de tomar decisiones, liderar y gestionar equipos, negociar o resolver problemas.
• Identificar las dimensiones culturales relacionadas con entornos de trabajo competitivos o colaborativos, aversión a la incertidumbre, relevancia de la jerarquía, gestión del tiempo, del riesgo, importancia de las relaciones o de las tareas y las normas.
• Evitar estereotipos y suposiciones erróneas sobre otras culturas que provoquen discriminación, marginación o polarización entre grupos de personas.
• Aprender a comunicarse eficazmente de acuerdo a las convenciones lingüísticas y culturales y estructurar el discurso de una manera clara y concisa. 
• Adaptar el estilo de comunicación y desarrollar nuevas estrategias que funcionen mejor y sean más efectivas en la nueva cultura.
• Resolver aquellas dudas lingüísticas que dificultan la comunicación oral o escrita.
• Desarrollar flexibilidad, apertura mental, empatía cultural y curiosidad por otras culturas.
• Aprender a gestionar malentendidos y mediar en conflictos interculturales.
• Comprender a los consumidores o clientes de otras culturas e identificar los patrones culturales que los mueven.
• Convertirse en personas más tolerantes, colaboradoras y abiertas en un mundo cambiante.

La mayor parte de los entornos laborales han dejado ya de ser completamente monoculturales. Es decir, casi todas las personas en mayor o menor medida, viven y trabajan con personas de otras culturas, ya sean sus vecinos, sus clientes, sus compañeros de trabajo o de clase, sus supervisores o sus subordinados. En definitiva, este tipo de formación es muy útil para cualquier persona que viva y trabaje en el mundo global.

Específicamente recomendamos la formación intercultural a estos grupos:

• personas que trabajan en entornos culturalmente diversos;
• profesionales que gestionan o forman parte de equipos multiculturales;
• personas que llegan a una nueva cultura para vivir y trabajar;
• profesionales que trabajan con clientes o consumidores de otras culturas o que negocian habitualmente con empresas extranjeras;
• expatriados;
• personas que desean avanzar o desarrollar su carrera profesional en entornos internacionales o multiculturales;
• estudiantes universitarios.